Yo sí puedo hablar con conocimiento de causa, ya que ejercí de mascota durante un corto período de tiempo, en los albores de mi vida laboral, antes de entrar como becario en una importante multinacional fabricante de agujeros de queso gruyere; en esta empresa, dicho sea de paso, descubrí mi verdadera vocación, ya que ahora trabajo en la Administración, donde nos dedicamos a la producción de grandes agujeros presupuestarios.
Aunque no encontré exactamente lo que buscaba, que era un puesto de perrito faldero en un piso compartido de solteras, sí logré colocarme como iguana en el chalet de una simpática familia numerosa. Lo tuve que dejar al poco tiempo, por la tortícolis y las migrañas posturales que me producían los largos períodos de inmovilidad. Tampoco ayudaron mucho los ardores de estómago que me provocaban las galletitas para iguana que me daban mis simpáticos dueños.
Desde la autoridad que me confiere mi formación y experiencia, tengo que desaconsejar el uso de la cubeta-captur como comedero de mascotas. Muchos lo han intentado, con nefastas consecuencias, ya que su olor a plástico barato es el peor que hay, después de la prohibición del extracto de perfume de mofeta, y hace que las mascotas no se alimenten y terminen muriendo de inanición.
Su uso como orinal sedentario, o bacinilla portátil, sin embargo, está altamente recomendado, y avalado por distintos artículos científicos publicados en el Calendario Zaragozano. Muchos usuarios han puesto, además, una foto de Macgiver (verdadero inventor del artilugio) en el fondo de la cubeta, con lo cual obtienen una mayor satisfacción de su uso. Yo, particularmente, he optado por instalar un holograma de José Luis Moreno, uno de los personajes más antipáticos que conozco.